En la noche del miércoles 26 de noviembre, se llevó a cabo la ceremonia de premiación de la Mujer Comfamiliar 2025, la caja de compensación celebró la versión No. 36 de este evento tradicional de ciudad que rinde homenaje a las mujeres, a través de líderes que con su poder femenino han destacado en el territorio.
Natalia, la mujer elegida con su obra social Casa Cultural Khuyay, se destacó entre 15 mujeres postuladas, todas valiosas y con gran entrega a la comunidad. El jurado calificador reconoció de manera especial su labor, una mujer que encontró en el arte callejero no solo una forma de vida, sino una manera de servir a la comunidad, al sector artístico y a la visibilización del área metropolitana y sus artistas urbanos, demostrando la capacidad transformadora del arte para los diferentes entornos de una ciudad.
Nacida en Pereira en 1985. Desde muy joven estuvo guiada por una profunda vocación de servicio y una sensibilidad especial hacia las artes. La muerte de su padre cuando tenía siete años marcó su vida y fortaleció su deseo de transformar su entorno. Estudió Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia, y tras trabajar en el sector privado, orientó su camino hacia lo social, colaborando con ONG’s en proyectos con juventudes y comunidades. Su paso por Inglaterra reafirmó su identidad y la motivó a regresar a Pereira para aportar desde la cultura al desarrollo comunitario.
De vuelta en su ciudad natal, fundó en 2015 junto a su compañero de vida Khuyay, organización cultural que ha fortalecido el arte urbano y comunitario en el Eje Cafetero. Desde allí ha liderado proyectos como el Festival Pereira Querendona, el Policromía Tour y Herencia Cimarrona, llevando el arte a barrios y territorios rurales y étnicos.
Su visión ha logrado que el arte urbano sea reconocido como un lenguaje legítimo de transformación social y participación ciudadana, articulando procesos de creación, formación y gestión cultural. Al identificar la desigualdad de género en el arte urbano, creó la Colectiva YAH, un espacio de encuentro y creación para mujeres artistas. Desde allí ha impulsado procesos feministas como Bordada Furiosa y el Club de Bordado, que promueven la sanación, la memoria y el activismo desde las artes textiles y gráficas. Estas iniciativas han visibilizado el papel de las mujeres en el muralismo y transformado los imaginarios urbanos desde la ternura, la fuerza y la resistencia.
Actualmente es Dinamizadora Territorial del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en el Eje Cafetero, donde acompaña a gestores y organizaciones en procesos de participación y fortalecimiento territorial. Combina su labor pública con la maternidad y la vida comunitaria en la Casa Cultural Khuyay, espacio que integra hogar, arte y comunidad. Su historia encarna una convicción profunda: la cultura como puente entre la expresión individual y la transformación colectiva.
La ceremonia fue precedida por el Director Administrativo Suplente de Comfamiliar Risaralda, doctor Juan Carlos Romero Cardona, Ana María Herrera Giraldo, Subdirectora de Salud Comfamiliar y Litza Roldán, Secretaria de la Mujer, Familia y Desarrollo Social de la Gobernación de Risaralda. Así mismo por el honorable jurado que por segundo año consecutivo fue el encargado de elegir a través de un arduo proceso a la mujer ganadora. Presbítero Behitman Alberto Céspedes de los Ríos, Marcela Pineda Arango, María Teresa Romero, Ana Tulia Gutiérrez y Andrés Botero Molina.
En esta noche también se reconoció a dos mujeres con mención especial por sus obras sociales, primera mención para Ángela María Maya Maya de la Institución Educativa Indígena Técnica Agropecuaria Dachi Dada Kera del municipio de Pueblo Rico, y la segunda mención para Doris Bedoya López de la Fundación La Divina Misericordia, así mismo se premió públicamente a José Geovanny Pavas por su aporte al premio al ser el postulante de Natalia Cano.
Comfamiliar Risaralda continúa exaltando a esas mujeres valientes y solidarias, que se dedican incansablemente a la búsqueda del bienestar de la comunidad. La caja de compensación desde su responsabilidad social da continuidad a estos espacios de reconocimiento que permiten seguir construyendo el tejido social del departamento, porque donde hay una mujer, hay posibilidades hay posibilidades de transformación e impacto.






